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jueves, 6 de julio de 2017

LA BARAJA MALDITA Y LOS CUATRO PILLANES - LEYENDA PEÑAFLOR - MELIPILLA


El pasado y devastador terremoto había destruido las coloniales casonas y los restos de estas construcciones eran solo ruinas puertas ventanas, vigas y tejuelas eran desechos y hacían difíciles el rescate de bienes y objetos del mobiliario que pudieran ser utilizado por los peones del fundo.

Después de muchos días de limpieza entre muchas cosas de valor es rescatada una pequeña y antiquísima caja de madera de ébano corroída por los años con figuras antropomorfas talladas en su cubierta con representaciones de caballos de diferentes linajes y en su interior se encontraba la baraja o naipes y no solamente uno varios naipes cuya fabricación era diferente a la carta española que usamos en nuestros tiempos. Este naipe había permanecido por décadas guardado con celo, respeto y misticismo diciéndose que la dueña de este caserón era frecuentada o visitada por la mismísima Quintrala en persona.

Cartas Españolas antiguas
Los nuevos dueños de la propiedad desconociendo estos acontecimientos sobre el pasado de esta baraja o naipe lo guardaron sin saber que este había sido traído de España por los antiguos conquistadores, pues bien los aragoneses desde seis cientos años años atrás sabían del misterio y origen del naipe que por muchas personas cristianas era considerado de diseño satánico.
El naipe cuyos símbolos representan llaves que abren puertas al oculto y las figuras antropomorfas que absorbían fuerzas mágicas malignas y envíanban mensajes ocultos a quienes aprendendian el arte de la predigitación.

Un grupo de huasos hacendados que se juntaban en ocasiones salían de Melipilla de amanecida y montando caballares ellos viajanban a diferentes sectores, villas o gobernaciones siempre bien equipados con sus provisiones, lazos, mantas y carabinas recortadas para protegerse de los bandoleros, llegaban por el antiguo camino del diablo de Peñaflor a hacer transacciones sean de comercio de ganado o productos del cultivo la tierra. 

Grupo de Huasos hacendados
La posada de los carreteros que con el pasar de los tiempos paso a ser conocida como “LA CHINGANA” era el lugar donde pernoctaban los ministros de las diferentes haciendas gobernaciones y villas, ellos transportaban los productos agrícolas a la Chimba para ser comercializados además de productos de talabartería, orfebrería criolla, espuelas, bridas, sillas y diferentes productos de herrería confeccionados por artesanos de autóctonos de la zona.

Esta Chingana con el pasar del tiempo paso a convertirse en un lugar de muy baja estima por los habitantes de esta villa de Peñaflor y estaba ubicada en la esquina donde hoy se encuentra la llamada “Cruz de Fierro” donde convergen las calles Vicuña Mackena, camino a Talagante y camino a Pelvin.

Atrajo la llegada de muchos vagabundos, bandoleros y rufianes por lo que el trayecto de Peñaflor a Talagante se convirtió muy peligroso debido a los constantes asaltos y robos a los viajeros de las diferentes provincias razón por lo cual las gobernaciones y capitanías generales deciden aplicar un bando donde prohíben los juegos de naipes y las apuestas que comúnmente se llevaban a cabo en esta chingana hasta alta horas de la noche.

Antigua Chingana Chilena 1800-1900
El antiguo camino del diablo era un sendero que al costado del canal estaba adornado por frondosos sauces y al otro costado altos murallones de zarzamora que trepaban por los álamos de mediana estatura que hacían de deslinde a la chacras que se encontraban a este otro lado del camino.
En algunos lugares se formaban amplias lagunas debido al desborde del canal pues en él no se había formado un cause como con el que hoy contamos, la huella o sendero donde transitaban las carretas estaba muy accidentado con profundos baches u hoyos debido a la nula o escaza manutención.

Sendero rural 
En el trayecto hacia Talagante por el llamado "camino del diablo" se encontraban unas antiguas ruinas de un viejo caserón que eran solamente murallones de adobe que en su tiempo había acogido algunos patriotas durante la independencia, rodeadas de malezas y vegetación silvestre permanecían ocultas del camino. Cruzando un campo llano dedicado al pastoreo de ganado se llegaba a la vieja casa.
El grupo de huasos amigos que solía reunirse en la chingana buscan un lugar para evadir los controles de la autoridad, las apuestas ya eran un vicio que estaba impregnado en su propia sangre, muchos de ellos conocían las cartas como las palmas de sus manos y eran verdaderos artífices y magos en el arte de alzar naipes, peinarlos y amararlos, gran cantidad de ellos se habían retirado en partes arruinados ya que jugaban grandes sumas de dinero, partes de las siembras, animales, ganados y caballares de raza.

Huasos evadiendo controles

Por orden de las diócesis católicas o parroquiales apoyados por las gobernaciones y capitanías habían decidido confiscar toda baraja de naipes que se encontraba en las chinganas o lugares de recreo por el bien de la comunidad, los astutos huasos enviciados por el juego de la baraja deciden juntarse en las ruinas del antiguo y colonial caserón ya mencionado, en nuestros días se podría decir que estaba ubicado en lo que actualmente es el “Fundo el rosario”. Fueron varias reuniones de juego que duraban hasta la amanecida alumbrados por antiguas lámparas de aceites y fogatas jugaban consumían sus meriendas y bebían aguas ardientes y chichas todos productos artesanales traído de los campos.

Huasos las antiguas ruinas de la casona abandonada

Fue cuando así una noche con luna llena a altas horas de las madrugadas creyendo ver espejismos algunos de ellos, los que se encontraban en mejores condiciones de temperancia observan a los lejos jinetes en el amplio horizonte del campo, los caballos que hay se encontraban se comienzan a poner inquietos y relinchar en forma paulatina subiendo el tono de sus relinchos.
Poco a poco se iban acercando los jinetes con caballos de fina sangre acostumbrados al manejo y a la monta de sus dueños eran mansos dóciles y bien entrenados para los deportes y actividades campesinas.

Caballar de fina sangre

Fue cuando un leve viento que después se comenzó a transforma en torbellino lo cual produjo un alto en los diferentes lugares de juego que habían al interior de las ruinas de la antigua casona. Un gran torbellino arremolinado entro con gran fuerza levanto los gruesos ponchos de castilla donde se encontraban las barajas, las lámparas de aceites se apagaron de forma instantánea y se comenzaron a sentir variadas explosiones como de fuertes petardos en diferentes partes de la casona.

Jinetes misteriosos
El torbellino levanto por los aires mantas y barajas y una gran polvareda se presentó en el lugar los huasos corrieron hacia sus caballos asustados y temerosos cuando se acercan los que muchos pudieron ver cuatro jinetes en cuatro caballos negros usando mantas de castillas, botas negras y sombreros alados no se les podía ver sus rostros solos sus ojos rojizos que brillaban se les presentaron y los amedrentaron.

El pánico hizo presa de ellos dejando todo de un lado sea dinero que se tranzaba, títulos objetos de valor quedan en ese lugar y son arrastrados por el torbellino de forma misteriosa e inexplicable, salen del lugar ya mencionado y comienzan a ser perseguidos por los jinetes, cuando tras una extensa persecución una manado de blancos caballos intercede en favor de ellos con la intención de protegerlos de esos satánicas bestias.

Caballos blancos salvadores

Hasta ahí el antiguo relato que el anciano pudo dar a entender fue así como los tabures nunca más volvieron a jugar a apostar y se volvieron fieles devotos a la fe católica por la experiencia satánica que habían vivido.

Son muchos los relatos de personas que viajando en el trayecto por camino a Talagante han vivido la aparición de caballos blancos, testimonios realizados hace décadas de motociclistas o de viajeros solitarios que al cruzar de noche llena dicen que un caballo blanco los guía delante de su ruta como señal de protección antes las fuerzas malignas que puedan quedar todavía dicen que los cuatro pillanes o espíritus venían de Melipilla a buscar la baraja por orden misma de Satanás, esta baraja según se cuenta la leyenda permanece en Melipilla en un lugar oculto pues las leyenda de los cuatro pillanes aun es un misterio.


Este relato es una recopilación personal y trabajo literario privado en el cual se intenta expresar o remontarnos a leyendas no contadas ni escritas de lo que pudieron ser hechos reales mezclados con fantasía y otras realidades.

Historia por Reinaldo Morales Parraguez seudónimo @Uzein

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