La acogedora y pintoresca estación de trenes de Malloco resplandecía y ofrecía sus servicios al público de Peñaflor y alrededores. El negruzco humo lanzado por la locomotora se observaba desde lejos, y una gran multitud de personas, adultos y niños esperaban ansiosos la llegada del tren que se abría paso entre las vías. El ansiado viaje para conocer Cartagena se haría realidad para algunos.
El motor no dejaba de funcionar estando detenido el tren. Los fuertes pitazos se escuchaban a gran distancia, y un vapor emergía con fuerza desde la parte baja de la máquina acompañado de un negro y espeso humo que cubría el entorno, todos estos elementos causaban en la multitud cierta conmovedora y expectante emoción.
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Antigua estación de trenes de Malloco |
El jefe de estación da la salida al tren y comienza el ansiado viaje.
Los pequeños y gruesos boletos de cartón con sus impresiones y sellos son en algunas ocasiones de color verde y en otras de negro o rojo, eran cuidadosamente guardados, y eran pasados al inspector de boletos de tren quien vistiendo su uniforme color negro estilo militar, y una sobria gorra marcaba los boletos con su pequeño alicate. El inspector daba cierta información acompañado de su auxiliar informando a los pasajeros sobre la próxima parada.
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Boleto antiguo Santiago-Ovalle que guarda cierta similitud al ocupado en la estación de Malloco |
Estando ya en Melipilla ciudad tradicionalmente histórica con su cotidiano trajinar de viajeros, el tren se detendría por más tiempo pues era en este lugar donde se comercializaban y se hacían transacciones varias de productos agrícolas y ganaderos. También estaba la tradicional venta de dulces Melipillanos, y productos locales, sin olvidar a los cantores y músicos, que con sus guitarras y acordeones entonaban sus alegres pallas locales. También cabe destacar que algunos temas que interpretaban en esa época pasaron a ser parte de la historia del folcklore chileno.
El tren se desplaza por suaves llanuras y viaja por pequeños valles, bordeando cerros con delicadas pendientes y resguardadas curvas. Las conversaciones en los vagones del tren estaban la mayor parte dedicada a la llegada al litoral, al fin desde el tren se observa la gran masa de agua oceánica y los fenómenos que esta causa.
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Antiguos Veraneantes al Litorial Cartagena |
Antiguas creencias erróneas sobre el mar estaban arraigadas en la gente de esa época, estas creencias tendrían varios orígenes, antiguas mitologías, origen religioso, o leyendas fantásticas, por ejemplo monstruos marinos, el Caleuche o la Pincoya.
El veranear no era común, y el mar era observado desde lejos, las prendas de baño eran hechas de gruesos tejidos que solo dejaban ver hombros y piernas tanto a mujeres como hombres.
El tomar el sol, caminar por la playa no era común, las damas se protegían del sol con amplios y alados sombreros y quitasoles, los varones usaban los típicos sombreros o hallullas y trajes de dos piezas.
Para algunos que no conocían el mar ya siendo mayores ver las olas chocando contra las rocas, ver las aves sobrevolado el océano, palpar la arena y recoger conchuelas ya no serían historias relatadas.
Autor Reinaldo Morales Parraguez @Uzein
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